martes, 6 de octubre de 2015

De por qué el Betis viste de verdiblanco

Para explicar los orígenes de la elástica verdiblanca del Real Betis Balompié nos tenemos que remontar nada más y nada menos que cien años atrás, a los albores del siglo XX. Es en esos momentos cuando encontramos al artífice y principal promotor de esta historia.
Manuel Ramos Asensio
Su nombre es Manuel Ramos Asensio, un hombre nacido en Isla Cristina en la década de los 90 del siglo XIX y cuya pasión por el fútbol le hizo superar todo tipo de obstáculos, romper fronteras, abrir puertas y ventanas para poder introducir un deporte tan novedoso en una sociedad ajena casi por completo a lo que después se ha convertido en un movimiento de masas, de culturas, de dinero.
..
Su padre, José Ramos Oliva, era inspector de Aduanas y Alcoholes. Por motivos de trabajo fue trasladado a Sevilla desde Huelva. Incluso había estado destinado en Cuba, cuando era colonia española antes de 1898, y en varios lugares más. Este carácter viajero, de hombre de mundo, en una época en la que cruzar el Atlántico era toda una aventura, unido a su relación con Huelva, provincia minera, en la que tenía que tratar con muchos ingleses, encargados de explotar las minas de Riotinto, animaron a José Ramos a enviar a su hijo Manuel, cuando éste contaba con unos 8 ó 10 años, a estudiar inglés a un colegio de maristas que había en Dunfren, muy cerca de Glasgow, en Escocia. Allí permaneció durante unos cuatro años, en los que Manuel Ramos Asensio entabló amistad con jóvenes que practicaban el foot-ball; así que cada vez que tenía tiempo iba a Glasgow, donde fue introduciéndose en tan novedoso deporte. En esa ciudad escocesa jugaba el Celtic, que vestía con indumentaria a rayas horizontales verdes y blancas. Es aquí donde Ramos Asensio comienza a jugar al foot-ball, a inmiscuirse en los recovecos de la sociedad Celtic de Glasgow, que pasa a ser su segunda familia. Su adaptación fue tan buena que, cuando llegó la hora del regreso a su país, dejó tal huella en Escocia que nunca rompió los lazos de unión ni con el colegio, ni con el club, ni, por supuesto, con las personas que lo conformaban, compañeros y amigos.
Una vez en Sevilla, Manuel Ramos Asensio comenzó a moverse por los círculos deportivos sevillanos de la época. Cuando su padre tenía que ir a Huelva, donde los ingleses habían puesto en marcha el foot-ball unos años antes, Ramos Asensio y un amigo se marchaban con él, con la finalidad de visitar a los marineros que venían en los barcos desde las Islas Británicas y que eran aficionados al foot-ball (que tenía gran popularidad en su país) para ver si podían organizar algún encuentro de carácter amistoso. Si podían, se trasladaban a Sevilla y disputaban partidos contra equipos de la capital hispalense, que estaban compuestos en su mayoría por otros ingleses residentes en la ciudad, ya que éstos también tuvieron parte de culpa en la exportación de su juego a orillas del Guadalquivir. Pero a medida que iba teniendo aceptación en la ciudad, los jóvenes sevillanos se vieron contagiados por esta nueva “moda” y comenzaron a formar parte de los equipos. Ello motivó que hubiese denuncias ante las autoridades por parte de ciudadanos que encontraban inmoral que aquellos chavales jóvenes “casi desnudos” estuvieran por el Prado de San Justa, el Huerto de la Mariana o el Prado de San Sebastián enseñando sus piernas corriendo detrás de un balón.
Llegamos a 1907, momento en el que se funda el Sevilla Balompié, dos años después de que lo hiciera el Sevilla Foot-Ball Club. El balompié estaba muy ligado a la Escuela Politécnica y Manuel Ramos Asensio participó en su fundación.
Entre 1908 y 1909 el Sevilla Balompié era el único equipo estructurado y organizado de la ciudad. La presencia del jovencísimo Ramos Asensio dentro de la sociedad era muy importante. Al poco de llegar fue nombrado capitán. Su conocimiento del juego y de las reglas, gracias a la experiencia adquirida en Escocia, hicieron de él un elemento fundamental para el buen desarrollo del club. Por la amistad que le unía con algunos jugadores del Sevilla F.C. como Laffita, Lecompte, Mackensie o Carreter, y como los límites entre unos equipos y otros en ese momento no estaban muy marcados, Manuel Ramos jugó también en el equipo blanco en 1910. Uno de sus mejores amigos era el portero Smith, que incluso llegó a pasar, junto a su familia, algún que otro verano en Cazalla de la Sierra, cuya residencia era el Cortijo de Crucita. Con el Sevilla F.C., Ramos Asensio disputó el primer torneo completamente oficial, la Copa de Sevilla, también denominada Campeonato de Sevilla, en el que se enfrentaron el Recreation, el Sevilla F.C., el Betis C.F. y el Sevilla Balompié, logrando este último el triunfo y por tanto la copa donada por el Ayuntamiento hispalense.
Es por ello que Manuel Ramos vuelve al año siguiente a “su” Sevilla Balompié y se proclama campeón del Torneo Spencer de Jerez de la Frontera. Aquí juega junto a Jones, Zúñiga, Lissen, Andrés Hermosa, Carrión, Carmelo Navarro, Puig, Wesolowsky, Wuski, Añino y Henke. 
En la Copa de Sevilla de la temporada 1911-12, el campeón del torneo fue, otra vez, el Sevilla Balompié, que venció al Betis Foot-Ball Club por 3-1 y al Sevilla F. C., en la final, por 2-0. Los balompedistas, empezaban a convertirse en el mejor equipo de la ciudad por la calidad de sus jugadores, entre los que Fernández Zúñiga, los hermanos Wesolwski, los hermanos Hermosa y su capitán, Ramos Asensio, destacaban cada vez con más fuerza. Éste último era, antes de la llegada de “Papa” Jones el auténtico líder del equipo.
Entre 1912 y 1913 se da un hecho de suma importancia. Fue el estreno por el Sevilla Balompié de los colores verdiblancos, que finalmente se impondrían a los azules utilizados hasta entonces. Los jugadores necesitaban nuevas equipaciones, por lo que Manuel Ramos Asensio, ante la carencia de medios materiales y económicos que tenían para hacerse unas camisetas, se encargó de mover los hilos y realizar las gestiones pertinentes con sus antiguos compañeros del Celtic de Glasgow para que les enviaran las telas desde Escocia y ponérselas a su equipo. Cuando llegaron las telas, a Manuel Ramos Asensio se le ocurrió la brillante la idea de invertir las rayas horizontales del Celtic de Glasgow, habituales en Gran Bretaña, por otras verticales, algo novedoso o raro en España, lo que dio origen a los colores del equipo, muy relacionados con Sevilla y Andalucía, de blancas casas y verdes campos, aunque según indica la página web oficial del centenario bético (www.tuyossiempre.com),  los colores verdiblancos no fueron adoptados de forma oficial por el Real Betis Balompié, hasta poco después de que los andalucistas aprobaran en su asamblea de Ronda, celebrada en enero de 1918, los colores verde, blanco y verde para la bandera andaluza. 
El 12 de febrero de 1914 se enfrentan el Sevilla Balompié y el Sevilla F.C. en el marco del Campeonato de Sevilla jugando en la media del Balompié junto a Carmelo Navarro y Andrés Hermosa.
Cuando el Sevilla Balompié y el Betis C.F se fusionaron en el Real Betis Balompié en 1914, Manuel Ramos Asensio siguió jugando en este nuevo equipo dos años más, completando así nueve años en los que militó como jugador en los tres equipos más importantes de la ciudad de la época.
Real Betis Balompié 1914
El 10 de enero de 1915 se disputa el primer partido del Real Betis Balompié frente al Unión Andalucía Recreativo. Es en este partido donde se decide que los colores verde y blanco que importara Ramos Asensio desde Escocia fueran los distintivos del club, aunque tras la fusión, el Real Betis Balompié lució ocasionalmente camiseta verdinegra.
En enero de 1915, sólo unos meses después de la fusión de los dos equipos sevillanos, Ramos Asensio se proclama campeón de la Copa de Sevilla venciendo en la final al Sevilla F.C. en los terrenos de la Enramadilla, en el Prado. Había nacido la rivalidad Betis-Sevilla, Sevilla-Betis. Eran tales las ganas de superar al rival que en el partido disputado el 8 de febrero de ese mismo año ya se vivieron los primeros momentos de pasión y exaltación entre los jugadores y aficionados de ambos equipos. Se disputaba la Copa del Duque de Santo Mauro, en la que el Sevilla se impuso por 4-3, con goles de Spencer y Lecompte, cada uno en dos ocasiones. El encuentro se desarrolló con gran intensidad, lo que contagió a los espectadores, que, en su ímpetu de animar a su equipo, invadieron el terreno de juego, obligando al referee (que era la palabra inglesa con la que se designaba al árbitro) a dar por concluido el partido.
En el mes de noviembre, el Betis participó en el recién estrenado Campeonato de Andalucía, donde cuajó una actuación brillante. En esa plantilla del Real Betis Balompié participó Ramos Asensio.
En semifinales, al Betis le tocó jugar contra el Sevilla F.C. Los antecedentes de este tipo de partidos provocaron una expectación fuera de lo normal. El partido se disputó el 1 de enero de 1916. De nuevo, el referee del partido, en este caso el sr. Torreo, se vio obligado a suspender el encuentro varias veces por la invasión continua del terreno de juego por parte de los seguidores de ambos equipos, así como por las agresiones de los propios futbolistas. Los noventa minutos reglamentarios acabaron con empate a dos, goles de Carmelo Navarro por parte del Betis y de Ramírez y Lecompte por parte del Sevilla. Así que, como le ocurriera en la eliminatoria anterior, el Betis tenía que volver a jugar un partido de desempate. Pero este encuentro se disputó al día siguiente, lo que beneficiaba a los sevillistas por tener una plantilla más numerosa, lo que le permitió introducir muchos cambios con respecto al día anterior. Si tenemos en cuenta que la forma física de estos primeros futbolistas no se entrenaba de una manera tan específica como ahora, que la asistencia sanitaria apenas excedía de una botella de agua y una toalla, que la dureza con la que se empleaban algunos jugadores provocaba numerosas lesiones… pues, ante este panorama, jugar dos partidos seguidos en dos días, sin apenas descanso y prácticamente sin poder hacer ningún cambio, es lógico pensar que el resultado de este segundo encuentro favoreciera al Sevilla, que venció nada menos que por 5-0. Éste fue el último campeonato importante que disputó Ramos Asensio como jugador. Tras nueve años compitiendo, vistiendo las camisetas de los tres equipos sevillanos, “Cabecita de Oro”, apodo por el que era conocido por los aficionados y rivales por lo bien que remataba de cabeza, dejaba el foot-ball de alto nivel. Y así era el foot-ball que practicó Ramos Asensio en Sevilla entre 1907 y 1916. Un deporte practicado por aficionados, jóvenes estudiantes, trabajadores, que tenían que costearse todos los gastos para poder jugar y que tenían que hacer auténticas maravillas financieras para cuadrar cuentas a final de temporada. Era el denominado foot-ball “amateur”. Con unos seguidores que ya por entonces montaban broncas e insultaban al árbitro si no actuaba de la manera que creían correcta. Con una rivalidad que no ha perdido un ápice de interés desde entonces en este siglo de historia. Pero un deporte que, aunque en los primeros años lo practicaban las clases altas de la sociedad, poco a poco se fue abriendo a otras clases sociales que dieron un vuelco a la forma y manera de entenderlo, provocando episodios tan controvertidos como la creación del Betis C.F en 1909 por una escisión en el Sevilla.
En 1916, un experimentado Ramos Asensio, curtido en mil batallas futbolísticas, y después de jugar innumerables partidos, deja Sevilla y se traslada a vivir a Cazalla de la Sierra, donde habían destinado a su padre, que había llegado a esta ciudad como inspector de Alcoholes, habida cuenta de las numerosas fábricas de aguardientes y licores que había en Cazalla en esa época. Fue en esta población en la que contrajo matrimonio y tuvo a su primer hijo, Manuel Ramos Lorenzo, un par de años después. Aquí fue donde instaló definitivamente su residencia, vivió el resto de su vida y puso toda su experiencia al servicio de Cazalla y de su FÚTBOL. De por qué el Cazalla Balompié viste igual que el Betis... eso es otra historia.