Desde hace unos años y tras un período de sequía, las "murgas" de Cazalla tienen de nuevo sus dos días grandes señalados en el calendario coincidiendo con el fin de semana del Carnaval. El pabellón José Damián De Tena hace las veces de teatro "improvisado" para la ocasión. "Intenta" vestir sus mejores galas y a fe que casi lo consigue. El ambiente que se crea es aceptable pese a ser un recinto deportivo. La luz y el sonido juegan en favor del público que llena el aforo y es, cada vez, más profesional. Una bomba de calor trabaja para que haya una temperatura agradable y aunque las sillas de plástico no son muy cómodas, en los descansos, se descansa.
Todo lo descrito se completa con la magia que sale a relucir gracias al esfuerzo de cientos de personas que en Cazalla trabajan desde meses antes para que todo encaje encima del escenario. Jóvenes y no tan jóvenes se superan año a año con su puesta en escena, cuidando al detalle letras, música, vestuario... disfraces, decorados y maquillaje. No hay puntada sin hilo. No hay espacio a la improvisación. Todo queda bajo el paraguas del trabajo que divierte a los protagonistas en el proceso y que divierte al público en el momento. El disfrute, una vez pasados los nervios, es mutuo.
Sin embargo, el respeto que desde el escenario se lanza en forma de 3x4 para con Cazalla, a veces, no es correspondido por algunas de las personas que se sientan entre el público. Continuas interrupciones de personas que se levantan y se sientan durante las actuaciones, llamadas de teléfono contestadas durante el solo de una guitarra, conversaciones en voz alta que impiden escuchar a las agrupaciones que se están dejando la garganta. Murmullos y murmullos, niños jugando descontrolados. Demasiado ruido alrededor del respetable que tiene abiertos de par en par los ojos y los oídos, los cinco sentidos intentando disfrutar del espectáculo que desde el escenario se ofrece. Por eso es una pena que a esta obra artística le salga un borrón, que el cuadro del pintor inspirado tenga un manchón y es una pena que a las letras del compositor les salga un tachón.