domingo, 18 de septiembre de 2016

Y todavía nos creemos que estamos en Democracia

El Demos (pueblo) Krátos (poder) tal y como nos lo han contado no sólo no tiene mucho futuro, si no que tampoco tiene mucho presente. Y no es por culpa de la incompetencia de los políticos para formar un gobierno, que algo de esto hay también. Tiene más que ver por un hecho que no ocupa las portadas de los grandes diarios, cuyos consejos de administración están copados por enemigos íntimos de la libertad de expresión. Mientras el debate se centra en los partidos, en las más que probables Terceras Elecciones, en las autonómicas, en los nacionalismos, en la pluralidad, etc. la realidad, como siempre va marcada por el día a día de las personas que conforman el Estado y sin las cuales éste no tendría ningún sentido. Y es que la gran crisis de esta nuestra "Democracia" se basa en que se nos ha olvidado el aspecto ético sobre la que está estructurada: el principio de SOLIDARIDAD.
Una Democracia bien desarrollada es la que conforman personas que se ayudan mutuamente. El que más tiene, aporta más a las arcas del Estado para ser solidario con el que menos tiene. El que menos tiene aprovecha la oportunidad y crece como humano y a su vez aporta en su justa medida para los que vienen detrás. Pero de un tiempo a esta parte, esto ya no ocurre. El que más tiene quiere tener más, por lo que busca estrategias de ingeniería financiera para que su aportación sea menor que la establecida por la Ley. El que tiene menos se las ingenia para llegar a fin de mes como buenamente sea posible y defrauda en la medida de sus posibilidades. Y el que no tiene nada, recibe las migajas de las políticas sociales, que en el mejor de los casos llega a 400€, con la que subsiste como puede.
Si construyen una autopista con tus impuestos... ya has pagado la autopista. Luego, cada vez que la usas te cobran (sigues pagando), IVA incluido (pagas más). Encima descubres que la autopista está siendo gestionada por una empresa privada que acapara el beneficio, que se lo lleva a un paraíso fiscal y que para colmo resulta que el dueño tiene relación con el ministro o el consejero de turno...
De ahí vienen los correspondientes enfados entre los contribuyentes que se sienten estafados por el sistema, por ayudar, con su esfuerzo, a mantener el alto estatus de la mediocre y abundante clase política. Si, además, observas como parte de tus impuestos pasan, una vez sí y otra también, a los bolsillos privados de caros trajes; que se producen diariamente actuaciones corruptas de desviación de fondos públicos por parte de los gestores a todos los niveles. Si a esto le unes los gastos excesivos en infraestructuras ("el aeropuerto del abuelo") u otras partidas que no solucionan los problemas de carencias de primera necesidad de mucha gente. Si a esto le sumas que los recortes en Sanidad o Educación han sido para pagar el rescate a los bancos... ¿Dónde queda la Solidaridad del sistema?