lunes, 29 de agosto de 2016

¿Qué está pasando?

Todo empezó un mal día con un globito con mensaje que me saltó en la parte inferior izquierda de la pantalla del ordenador: "tiene usted que actualizar su sistema Windows o las aplicaciones quedarán inutilizadas". No hice caso a tal "recomendación" y seguí trabajando sin las actualizaciones. Si con las prestaciones que me habían dado hasta ese momento iba bien... ¿para que actualizar? Sin embargo, todos los días al encender el PC el mensajito aparecía ahí como gota de agua que va desgastando la piedra. Otro mal día, el ordenador dejó de funcionar. Tras ocho años trabajando con él, ya nos habíamos cogido cariño. Yo lo cuidaba todos los días. Le hacía su mantenimiento periódico. Lo ponía en modo stand by si no lo iba a utilizar durante un buen rato, le pasaba su antivirus, le desfragmentaba el disco duro... Todo para nada. Tenía que actualizar el sistema operativo y mi "viejo" ordenador de ocho años no reunía los requisitos técnicos que Windows te exige para poder instalar el nuevo sistema operativo. ¿Solución? Comprar otro PC. Mis cuidados constantes, de nada habían servido. Tenía fecha de caducidad.
Otro mal día, llamé a Telefónica para que me instalaran internet en casa. "10 megas de velocidad" me dijo la operadora. "Y por sólo 49,95€ al mes". Vamos, tirado. Otro mal día, sin previo aviso y obviamente sin consentimiento alguno por mi parte, la compañía de motu propio, decidió que me iba a hacer una promoción y que en vez de 10 megas de velocidad (a los que nunca había llegado) me iban a poner 20 megas. Ni noté los 20 megas en la velocidad de mi conexión a internet, ni tampoco en la factura, por lo que "no me había dado cuenta del cambio". Hasta que, otro mal día. saltó la liebre. La factura había pasado de 49,95€ a 186€ ya que la "promoción" por los 20 megas se había terminado y claro el "descuento se le ha acabado con el fin de la (dichosa) promoción", me dijo la teleoperadora. Si yo no he contratado 20 megas, ni me he suscrito a promoción alguna de 20 megas, ni, por supuesto, me ha llegado tal velocidad... Cómo pasa mi factura de 49,95€ a 186€. Pues nada, reclame usted. Tras tres reclamaciones, varias llamadas de más de 20 minutos y algún que otro correo electrónico... me devolvieron el dinero. Nunca me devolvieron el tiempo invertido, el tiempo perdido.
Sage, que es la empresa que me proporciona el programa de Contabilidad me envía la factura anual, previo cargo en el banco, con un aumento de más de 250€ sobre el año anterior. Pues nada a reclamar otra vez se ha dicho. Es que, "por ser tan buen cliente" tenemos una oferta especial para este año que incluye varios servicios más. Pero... ¿Quién le habrá dicho a esta señora que yo quiero contratar más servicios de los que tengo? Si como estoy, me va bien... Ah, que es por ser tan buen cliente... Ahora entiendo. Ah no. Un momento. Ahora es cuando no entiendo. Si soy tan buen cliente... ¿Por qué me quieren cobrar más a cambio de algo que no necesito? Por ser buen cliente, que me hagan una rebaja o me inviten a un café. Pero que no me quiten de la cuenta 250€ sin previo aviso. Más reclamaciones, más llamadas. Me hicieron una factura rectificativa, me devolvieron el dinero y me cobraron la cuota anual que ya tenía antes de ser "tan buen cliente". Nunca me devolvieron el tiempo empleado en reclamar. Es la misma compañía que otro, mal día, me cogió 90,75€ de la cuenta, por que según ellos, me habían enviado un email informándome de que se ha abierto el plazo para realizar un curso de formación sobre el programa de contabilidad. Yo que normalmente no suelo leer la publicidad que me mandan al correo electrónico, ni le hice caso. Pues bien, no hace falta que des el visto bueno y aceptes que vas a hacer el curso para que te cobren. Como te han enviado un email... para ellos es suficiente. Pues nada, a reclamar se ha dicho. Llamo por teléfono, la teleoperadora se justifica, me dice que puedo devolver, sin ningún problema el cargo del banco y... nada dicen de mi tiempo... Espera, espera que aún queda lo mejor. Me meto en la banca electrónica de La Caixa, hago personalmente la devolución del cargo de Sage y cual es mi sorpresa... La Caixa te cobra 3,01€ por devolver el recibo... Ahora entiendo por qué el Capitalismo dice que en 20 años aumentará la esperanza de vida de la personas. Igual tienen pensado devolvernos todo el tiempo que pasamos reclamando las prácticas abusivas del neoliberalismo salvaje. O a lo mejor es porque quieren que vivamos más para seguir intentando robarnos más a ver si un día nos cogen despistados y no reclamamos...  

miércoles, 17 de agosto de 2016

Reflexiones olímpicas veraniegas desde un sofá

Es lo que tiene la globalización. Los espacios geográficos cada vez están más unificados. Los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro son un fiel reflejo de este hecho. Migraciones de personas que nacen, crecen, se forman en un lugar y que, en muchos casos, por dinero, defienden banderas de otros estados. Nada tiene que ver con los movimientos migratorios de los que, por ejemplo, huyen ateridos de guerras o de lugares donde el futuro es hambre. Personas que se juegan la vida y la pierden ahogados en el mar. La hipocresía de nuestra sociedad hace que adoremos al medallista olímpico y tratemos con desprecio al que llega en una patera. En el fondo, ambos, el medallista y el de la patera, coinciden. Buscan una oportunidad. La diferencia radica en que las puertas se abren de par en par para uno y se cierran bruscamente y de malos modos al otro.
Si corres, saltas, lanzas o metes goles puedes ser, en la mayoría de las ocasiones, un emigrante afortunado. El mercadeo de personas en el mundo del deporte ha hecho que países del Golfo Pérsico sean potencias en el medio fondo de atletismo, por ejemplo, gracias, sobre todo, a las nacionalizaciones de atletas keniatas, principalmente. Las atletas más destacadas en el medio fondo sueco u holandés son africanas. Cuba tiene atletas repartidos por España, Italia, Turquía… Así funciona el negocio. Y así funciona el Deporte. Un cubano, Orlando Ortega, formado deportivamente en su país, que tiene una hermana viviendo con su madre y su abuela en EEUU y que entrena con su padre en Madrid, ha ganado la medalla de plata en los 110 mts vallas en Río y lo ha celebrado con una bandera de España. Esto no hubiese sido posible sin la Globalización. El chaval, emocionado durante su entrevista en Televisión Española, rompía a llorar mientras no paraba de dar las gracias a todos los que han estado a su lado en los buenos y los malos momentos. Fue emocionante. Y es que, seguro que nadie sabe como él, lo que cuesta llegar a vivir ese momento. Esfuerzo, sacrificio, constancia… sin esto no hay éxito en ninguna faceta de la vida. Lo que me lleva a hacer la siguiente reflexión. El ejemplo que transmite a todo el mundo este atleta, no se lo aplican quiénes lo han contratado. La inversión en el largo plazo, que es lo que hace un atleta cuando se inicia en este deporte, no es la filosofía del ente dirigente. La federación lleva muchos años viviendo de los Ortega, Lino Martínez, Montalvo, etc. Lleva muchos años manchada por el dopaje permitido y tolerado. Lleva muchos años viviendo en la inopia. Los medios empleados son escasos, las instalaciones son pocas, el apoyo a los atletas brilla por su ausencia, sólo lo tienen unos pocos privilegiados, mientras la gran mayoría tiene que costearse no sólo los viajes para competir en el, cada vez más escaso, calendario nacional, si no que cuando llegan a la competición también tienen que pagar por correr. ¡Jamás he visto que un actor de teatro pague su entrada cuando va a interpretar un papel encima del escenario! Admiro a la gran masa que conforman los deportistas amateurs de este país. A los que se levantan cada mañana a pelear por conseguir sus objetivos lejos de los Medios de Comunicación, de las portadas, siempre dispuestas a contar la última anécdota de Cristiano o Messi. Ese es el verdadero deporte español, aunque la televisión estatal y pública sólo quiera hacer patriotismo dándose golpes en el pecho con una medalla. La realidad, como siempre, va a otro ritmo del que nos quiere enseñar la tele.