miércoles, 17 de agosto de 2016

Reflexiones olímpicas veraniegas desde un sofá

Es lo que tiene la globalización. Los espacios geográficos cada vez están más unificados. Los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro son un fiel reflejo de este hecho. Migraciones de personas que nacen, crecen, se forman en un lugar y que, en muchos casos, por dinero, defienden banderas de otros estados. Nada tiene que ver con los movimientos migratorios de los que, por ejemplo, huyen ateridos de guerras o de lugares donde el futuro es hambre. Personas que se juegan la vida y la pierden ahogados en el mar. La hipocresía de nuestra sociedad hace que adoremos al medallista olímpico y tratemos con desprecio al que llega en una patera. En el fondo, ambos, el medallista y el de la patera, coinciden. Buscan una oportunidad. La diferencia radica en que las puertas se abren de par en par para uno y se cierran bruscamente y de malos modos al otro.
Si corres, saltas, lanzas o metes goles puedes ser, en la mayoría de las ocasiones, un emigrante afortunado. El mercadeo de personas en el mundo del deporte ha hecho que países del Golfo Pérsico sean potencias en el medio fondo de atletismo, por ejemplo, gracias, sobre todo, a las nacionalizaciones de atletas keniatas, principalmente. Las atletas más destacadas en el medio fondo sueco u holandés son africanas. Cuba tiene atletas repartidos por España, Italia, Turquía… Así funciona el negocio. Y así funciona el Deporte. Un cubano, Orlando Ortega, formado deportivamente en su país, que tiene una hermana viviendo con su madre y su abuela en EEUU y que entrena con su padre en Madrid, ha ganado la medalla de plata en los 110 mts vallas en Río y lo ha celebrado con una bandera de España. Esto no hubiese sido posible sin la Globalización. El chaval, emocionado durante su entrevista en Televisión Española, rompía a llorar mientras no paraba de dar las gracias a todos los que han estado a su lado en los buenos y los malos momentos. Fue emocionante. Y es que, seguro que nadie sabe como él, lo que cuesta llegar a vivir ese momento. Esfuerzo, sacrificio, constancia… sin esto no hay éxito en ninguna faceta de la vida. Lo que me lleva a hacer la siguiente reflexión. El ejemplo que transmite a todo el mundo este atleta, no se lo aplican quiénes lo han contratado. La inversión en el largo plazo, que es lo que hace un atleta cuando se inicia en este deporte, no es la filosofía del ente dirigente. La federación lleva muchos años viviendo de los Ortega, Lino Martínez, Montalvo, etc. Lleva muchos años manchada por el dopaje permitido y tolerado. Lleva muchos años viviendo en la inopia. Los medios empleados son escasos, las instalaciones son pocas, el apoyo a los atletas brilla por su ausencia, sólo lo tienen unos pocos privilegiados, mientras la gran mayoría tiene que costearse no sólo los viajes para competir en el, cada vez más escaso, calendario nacional, si no que cuando llegan a la competición también tienen que pagar por correr. ¡Jamás he visto que un actor de teatro pague su entrada cuando va a interpretar un papel encima del escenario! Admiro a la gran masa que conforman los deportistas amateurs de este país. A los que se levantan cada mañana a pelear por conseguir sus objetivos lejos de los Medios de Comunicación, de las portadas, siempre dispuestas a contar la última anécdota de Cristiano o Messi. Ese es el verdadero deporte español, aunque la televisión estatal y pública sólo quiera hacer patriotismo dándose golpes en el pecho con una medalla. La realidad, como siempre, va a otro ritmo del que nos quiere enseñar la tele.

No hay comentarios:

Publicar un comentario