viernes, 30 de junio de 2017

Te recuerdo, Ocaña


Era un niño pequeño a mediados de los 80. Sentado en el sillón de su abuela, rodeado de mujeres mayores, oía en un radio-cassette a un hombre hablar sobre su entierro: "No quiero que nadie esté triste, que todo el mundo aplauda, que bailen de alegría, que tiren cohetes por toda Cantillana". Aquellas declaraciones le eran, cuanto menos, sorprendentes a aquel muchacho que, en su corta andadura por la vida, siempre había relacionado la muerte con tristeza. 
Aquel que hablaba era Ocaña. Era el mismo que había pintado algunos de los cuadros que llenaban de colorido el bar de su hermana Luisa en la misma barriada de la Esperanza donde vivía su abuela y donde escuchó por vez primera la voz de aquel hombre que teñía de alegría su muerte. 
Fue a partir de aquella tarde cuando empezó a fijarse más detenidamente en las pinturas de Ocaña cada vez que entraba en el bar acompañando a sus padres. Para su memoria siempre quedaron guardados aquellos tonos azules de los cuadros. Las escenas cotidianas protagonizadas por rostros surrealistas pero que tan fielmente reflejaban las tradiciones populares. 
Y a medida que aquel niño pequeño fue creciendo, se interesó cada vez más por la figura del vanguardista, para ese tiempo, pintor cantillanero.
Hoy ha visitado su exposición en la sala Atín Aya de Sevilla "Ocaña, la pintura travestida" y allí se ha vuelto a reencontrar con las palabras que un día escuchó en el radio-cassette, pero esta vez en forma de cuadro. Ocaña, había pintado su propio velatorio. Vestido de monaguillo "duerme" serenamente sobre colcha azul, libros al lado de la cama, su Asunción en el cabecero, su gente con vestidos de colores, sin lágrimas en los ojos y por la ventana, Cantillana.    

domingo, 21 de mayo de 2017

Enhorabuena chavales

El Real Madrid acaba de ganar la Liga. Enorme repercusión mediática. Televisiones, radios, cámaras, fotos, portadas de periódicos, horas y horas de tertulias en programas eternos que hablan de todo lo que rodea a este deporte, menos, casi, del juego. Este fútbol/negocio es el circo romano de nuestro tiempo. Estadios llenos, venta de camisetas, acciones, carnets de socios, empresas que compran y venden clubs, sociedades anónimas... un mercado que mueve millones y millones de euros al año alrededor del mundo. 
Pero lejos de los flashes, hay otro fútbol. El juego de la calle, del barrio, de la plaza, de los pueblos. Es el fútbol modesto, que se encuentra a años luz del glamour del profesional. Y aunque es el mismo deporte, éste fútbol de las ligas regionales, éste, sí es deporte en estado puro. Lo practican chavales que estudian, trabajan y que sacan un hueco todas las semanas para ir a entrenar, para ir a jugar los partidos sin salarios multimillonarios, sin coches de alta gama, simplemente por el hecho de divertirse, de hacer deporte, de competir, de vestir la camiseta del equipo de su pueblo. Así son los jugadores que visten la camiseta verdiblanca que instaurara hace 100 años Ramos Asensio para el equipo de Cazalla. Así son los chavales de Cazalla y otros pueblos de la comarca que han defendido esta temporada la camiseta del Cazalla con mucha dignidad. Los valores de esfuerzo, tesón, constancia, sacrificio... han predominado hasta el último minuto del partido de hoy contra el Demo. La victoria no ha sido posible por una anécdota del juego. Las opciones de ascenso son remotas. Pero la dignidad es un premio en cualquier aspecto de la vida. Y ese premio lo han ganado ya con creces los jugadores y el cuerpo técnico del Cazalla independientemente de los resultados. Las lágrimas de la derrota mezcladas con el sudor del esfuerzo son un ejemplo de ello. 
Cientos de personas en Cazalla han vestido la camiseta del equipo del pueblo en sus 100 años de historia. Estos chicos sin duda están siendo unos de los más destacados, escribiendo una página con letras de oro en Cazalla. Han hecho que todo su pueblo se sienta identificado con ellos y orgullosos de ellos. Han hecho Pueblo. Enhorabuena chavales. 

domingo, 12 de marzo de 2017

Rebelión en la Granja

Escribió Orwell este libro, "Rebelión en la Granja" en la década de los 40 del siglo pasado. Era un período de conflicto, la humanidad se veía inmersa en una nueva Guerra Mundial, la Segunda. Como en todas las guerras, el Ser Humano fue el único perdedor. No le fue fácil publicar la novela,  ya que en ella se hacía un crítica del Sistema Comunista que imperaba en la URSS bajo el mando de Stalin. Como la Unión Soviética era Aliada de Francia, Gran Bretaña y EEUU contra Japón, Alemania e Italia, había que respetarla. Finalmente la novela vio la luz en esa Gran Bretaña en la que no importaba tanto criticar a Churchill como al poderoso gigante rojo de la hoz y el martillo.
En apenas un centenar de páginas el visionario Orwell desmonta no sólo la Dictadura soviética en una especie de "Todo para el pueblo pero sin el pueblo", si no que además los planteamientos del escritor británico quedaron retratados en sociedades posteriores e incluso en la actual. La clase dominante, los cerdos en la novela, maltrata y se aprovecha del indefenso ciudadano, los animales en el libro, para su beneficio. La propaganda, el miedo, los símbolos,  las purgas, la inexistencia del libre pensamiento, la censura, la corrupción, son, entre otros muchos, aspectos que están a la orden día en la actualidad. El FMI, la UE, el BCE, la OTAN, la Junta de Andalucía o la Mancomunidad de Municipios fueron creados para mejorar las vidas de las personas. El tiempo pasa pero todo sigue igual. El ciudadano de a pie más exprimido y el rico gobernante con problemas de sobrepeso.
Orwell, Orwell, Orwell...

domingo, 26 de febrero de 2017

La actuación de las Murgas en Carnaval: una pena


Desde hace unos años y tras un período de sequía, las "murgas" de Cazalla tienen de nuevo sus dos días grandes señalados en el calendario coincidiendo con el fin de semana del Carnaval. El pabellón José Damián De Tena hace las veces de teatro "improvisado" para la ocasión. "Intenta" vestir sus mejores galas y a fe que casi lo consigue. El ambiente que se crea es aceptable pese a ser un recinto deportivo. La luz y el sonido juegan en favor del público que llena el aforo y es, cada vez, más profesional. Una bomba de calor trabaja para que haya una temperatura agradable y aunque las sillas de plástico no son muy cómodas, en los descansos, se descansa. 
Todo lo descrito se completa con la magia que sale a relucir gracias al esfuerzo de cientos de personas que en Cazalla trabajan desde meses antes para que todo encaje encima del escenario. Jóvenes y no tan jóvenes se superan año a año con su puesta en escena, cuidando al detalle letras, música, vestuario... disfraces, decorados y maquillaje. No hay puntada sin hilo. No hay espacio a la improvisación. Todo queda bajo el paraguas del trabajo que divierte a los protagonistas en el proceso y que divierte al público en el momento. El disfrute, una vez pasados los nervios, es mutuo. 
Sin embargo, el respeto que desde el escenario se lanza en forma de 3x4 para con Cazalla, a veces, no es correspondido por algunas de las personas que se sientan entre el público. Continuas interrupciones de personas que se levantan y se sientan durante las actuaciones, llamadas de teléfono contestadas durante el solo de una guitarra, conversaciones en voz alta que impiden escuchar a las agrupaciones que se están dejando la garganta. Murmullos y murmullos, niños jugando descontrolados. Demasiado ruido alrededor del respetable que tiene abiertos de par en par los ojos y los oídos, los cinco sentidos intentando disfrutar del espectáculo que desde el escenario se ofrece. Por eso es una pena que a esta obra artística le salga un borrón, que el cuadro del pintor inspirado tenga un manchón y es una pena que a las letras del compositor les salga un tachón.  

jueves, 23 de febrero de 2017

Farhenheit 451 o la quema de libros

No deja de ser curioso cómo en la era de la información y la inmediatez las personas viven cada vez menos informadas. Y es cuestión de la gran cantidad y del "mal" estado en el que se encuentra la información. Si a esto se le une la falta de argumentos con los que los ciudadanos están dotados para procesar tanta información, el resultado es... que no se puede hacer una buena digestión de la misma. 
El Smartphone e internet se han grabado con fuego en las vidas de la gente. Y las iniciativas para adaptar los procesos a los medios y a la tecnología actual, de momento no alcanzan esa velocidad. Hay más alternativas de información, pero no de pensamiento. 
Los únicos librepensadores son aquellos que se salen de los cauces habituales teledirigidos desde las altas esferas de control. Son esas gotas de agua de la corriente de un río que han saltado a la orilla y han escapado de las garras del cauce. El ser humano tiende a acostumbrarse a vivir siempre por detrás de los poderes, alejado de las tomas de decisiones que afectan a sus vidas, en la que escasas veces tiene voz y el voto está siendo "manipulado". Desde muy temprana edad las personas están sometidas a un sistema que va dirigiendo su forma de pensar hacia una dirección única. La lectura de Farhenheit 451 de Ray Bradbury hace reflexionar sobre ello. En la sociedad en la que se desarrolla la novela se queman los libros (igual que pasó en el Quijote o en la Alemania Nazi). El poder no quiere que las personas piensen por sí mismas y, por eso, destruyen uno de los elementos que sirve para que los seres humanos puedan tener criterio y juicio sin estar condicionados. Y premonición o no, salvando las distancias entre realidad y ficción, el caso es que  el mundo occidental actual cada vez se parece más a lo planteado por el escritor estadounidense en su novela: una sociedad de zombis que son felices creyéndose todo lo que se les cuenta, pero que están vacíos por dentro.  
A menudo las noticias afirman que se han desclasificados informaciones secretas de sucesos y acontecimientos que están directamente relacionados con cómo se organizan las vidas de las sociedades. Estos archivos desclasificados suelen dar una versión diferente a las que dieron en su momento como explicación de los acontecimientos. Por lo tanto, esto tiene que hacer desconfiar de lo que cuentan del presente. Escepticismo. Muchos sucesos actuales se cierran con carpetazos y/o desaparecen de los Medios de Comunicación de Masas de forma abrupta. La versión oficial deja a medias y nunca llega al fondo de la cuestión. Pero siempre se impone. Mísera actualidad. Afortunadamente todavía hay versos que transmiten sentimientos, literatura que está alejada de los "Mass Media", de los índices de audiencia o de las listas de ventas.         

miércoles, 11 de enero de 2017

De rebajadas maneras

Cientos, miles de personas abarrotaban la amplia zona peatonal/comercial del centro de Sevilla el primer día de las famosas Rebajas. Chorros de gente desembocaban en las arterías principales cual afluente nutre de agua al río. Los consumidores portaban bolsas en las que se podían ver los logotipos de las principales marcas que ocupan los locales más destacados de la zona. Los precios de los inmuebles se han convertido en prohibitivos a la sombra de la especulación. Las firmas internacionales, esas que elaboran sus productos en países subdesarrollados, pagan muy poco por su manufacturación. Además contratan las caras más famosas para la publicidad. Expertos bien remunerados conocen perfectamente el comportamiento de la masa para vender lo que más les interesa. Productos, eso sí, de dudosa calidad o con obsolescencia programada instalada. 
El personal de las tiendas es escaso. Los contratos, habría que verlos. La atención al cliente brilla por su ausencia. Mal servicio. Se deshumaniza el trato vendedor/cliente. Vuela el dinero de plástico. La situación es caótica. Y como contraprestación... como contraprestación te encuentras bien porque has comprado algo a un precio más reducido.