jueves, 23 de febrero de 2017

Farhenheit 451 o la quema de libros

No deja de ser curioso cómo en la era de la información y la inmediatez las personas viven cada vez menos informadas. Y es cuestión de la gran cantidad y del "mal" estado en el que se encuentra la información. Si a esto se le une la falta de argumentos con los que los ciudadanos están dotados para procesar tanta información, el resultado es... que no se puede hacer una buena digestión de la misma. 
El Smartphone e internet se han grabado con fuego en las vidas de la gente. Y las iniciativas para adaptar los procesos a los medios y a la tecnología actual, de momento no alcanzan esa velocidad. Hay más alternativas de información, pero no de pensamiento. 
Los únicos librepensadores son aquellos que se salen de los cauces habituales teledirigidos desde las altas esferas de control. Son esas gotas de agua de la corriente de un río que han saltado a la orilla y han escapado de las garras del cauce. El ser humano tiende a acostumbrarse a vivir siempre por detrás de los poderes, alejado de las tomas de decisiones que afectan a sus vidas, en la que escasas veces tiene voz y el voto está siendo "manipulado". Desde muy temprana edad las personas están sometidas a un sistema que va dirigiendo su forma de pensar hacia una dirección única. La lectura de Farhenheit 451 de Ray Bradbury hace reflexionar sobre ello. En la sociedad en la que se desarrolla la novela se queman los libros (igual que pasó en el Quijote o en la Alemania Nazi). El poder no quiere que las personas piensen por sí mismas y, por eso, destruyen uno de los elementos que sirve para que los seres humanos puedan tener criterio y juicio sin estar condicionados. Y premonición o no, salvando las distancias entre realidad y ficción, el caso es que  el mundo occidental actual cada vez se parece más a lo planteado por el escritor estadounidense en su novela: una sociedad de zombis que son felices creyéndose todo lo que se les cuenta, pero que están vacíos por dentro.  
A menudo las noticias afirman que se han desclasificados informaciones secretas de sucesos y acontecimientos que están directamente relacionados con cómo se organizan las vidas de las sociedades. Estos archivos desclasificados suelen dar una versión diferente a las que dieron en su momento como explicación de los acontecimientos. Por lo tanto, esto tiene que hacer desconfiar de lo que cuentan del presente. Escepticismo. Muchos sucesos actuales se cierran con carpetazos y/o desaparecen de los Medios de Comunicación de Masas de forma abrupta. La versión oficial deja a medias y nunca llega al fondo de la cuestión. Pero siempre se impone. Mísera actualidad. Afortunadamente todavía hay versos que transmiten sentimientos, literatura que está alejada de los "Mass Media", de los índices de audiencia o de las listas de ventas.         

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